Es una técnica que usamos muchísimo por los buenísimos resultados que da, y por lo rápido y lo sencilla que es de aplicar.
Las ventosas se aplican directamente sobre la piel y así vemos que color toma, indicando el grado de congestión que hay en la zona, y la detención energética que hay.
Luego si queremos mover la energía y la sangre se puede hacer de dos formas:
Moviendo la ventosa deslizándola sobre la piel hidratada. Pinchando la zona con agujas o con la punta del bisturí y colocando la ventosa después para sacar esa sangre que está detenida (éxtasis sanguíneo). Después de sangrar siempre hay que moxar la zona.
En situaciones de congestión, como el hombro “congelado”, tortícolis, dolores fuertes en puntos de la zona alta de la espalda, son espectaculares los resultados, por lo rápidos que son.
En zonas bajas no se deben usar, porque descargan la energía, a no ser que pongamos moxas muy fuertes después.